La Batalla de Acarí (16 de octubre de 1820)
De haber cabalgado
durante toda la noche junto a sus valerosos cazadores a caballo y con el
corazón que palpitaba de valor y entrega de dar su vida por la causa de los
pueblos y que cada acción realizada era tomada en cuenta, como una parte
heroica a la ansiada independencia. Mientras en Pisco, San Martín realizaba una
serie de maniobras inteligentes, con toda la sabiduría que la experiencia le
había dado, aquí en el sur peruano, en Arequipa y en especial en Acarí, a 550
kilómetros de la ciudad de Lima, en breve se llevaría a cabo un hecho
trascendental que la historia escribiría más adelante.
La misión que le
había encomendado el Coronel Rojas, al Teniente Vicente Suárez, no era fácil,
pues lo único que se sabía, es que hacia el Sur había partido un largo convoy
de tropas con un enorme cargamento de armas, pero era incierto el destino
donde se iría, se decía que era muy
probable para Acarí, ya que en aquel entonces, una de las haciendas más
importantes de la región sur medio del país, era la hacienda de Acarí,
localizada en el valle del mismo nombre.
Las tropas del Teniente
Suárez eran algo más de 30 valerosos cazadores a caballo, que debían enfrentar
a un importante frente realista, lo cual convierte tal enfrentamiento en un
verdadero riesgo de vida o muerte. El destino de grandes hombres, grandes
héroes de hazañas extraordinarias, gran legado para todas nuestras generaciones, porque
gracias a estas acciones, hoy gozamos de una patria libre e independiente.
El valeroso
Teniente Suárez, muy experimentado en acciones de guerra, se dirige hacia el
extenso valle de Acarí, que en ese entonces comprendía los lugares de Sacaco, y demás extensiones que hoy se sitúa otros
distritos, y desde allí pudo avistar un imponente cerro, era señal de que ya estaba
cerca y pronto se divisaría el pueblo de Acarí.
Los historiadores
escribirían que, siendo las dos de la tarde
del día 16 de octubre el ejército patriota avista el verde y fértil
valle de Acarí, con sus casas casi
apegadas a un imponente cerro. Los que conocemos estas sagradas tierras del
valle acarino, sabemos lo agotador que debió ser su trayecto, desde Nasca hasta
Acarí, a lomo de bestia. Hasta que divisaron como un apresurado convoy
realista, avanzaba presurosamente con toda la valiosa carga , en dirección al
pueblo, es entonces que el Teniente Suarez, se detiene detrás de una pequeña
colina, a observar y planear su estrategia, esas fracciones de tiempo, tal vez habrán
sido interminables, porque breves minutos más, como fiera embravecida se dirige
a hacer un alto a sus tropas, para arengarlos a viva voz, y con la sangre
enardecida en su rostro, enciende el fuego y sed de victoria en sus tropas;
entonces emprenden a todo galope, con sus sables que relucen el sol, al empezar
la tarde ,se lanzan a embestir al enemigo, antes que este ingrese al pueblo de Acarí, ya que de lo
contrario, podría acarrear confusión entre los moradores y generar mayor
derramamiento de sangre. Esta embestida también recibe, la inmediata respuesta
de las tropas enemigas, que al verse sorprendidas se aprovisionan al instante,
del armamento que llevaban y reluciendo sus armas, sablean de cuerpo a cuerpo.
Son gloriosos
momentos en el que se determina, el destino de los pueblos que ansían su
libertad, serán quizás las voces lejanas, de las millones de almas que
padecieron en vida, siglos de esclavitud e injusticia, o serán también las
voces de los pueblos, que se aferran en sus sueños de ese entonces, con la ansiada libertad, que
atizan el fuego de gloria al espíritu valeroso del Teniente Suárez, que no
descansa, ni un segundo, y con sus hombres enardecidos se entregan a la lucha.
La batalla se torna sangrienta, cobra las primeras vidas del bando enemigo, a
pesar, que tenían todo a su favor en
armamentos. Caen más hombres, que oponen resistencia, así mismo uno a uno son
recuperados los cientos de enormes cargamentos, que habían sido sustraídos del
estado peruano. Hasta, que al final de tanta ferocidad y atroz embestida, cae
la bandera realista. Controlada y destruida la amenaza enemiga del Coronel
Quimper, todos los demás hombres fueron tomados prisioneros. Los valerosos
cazadores a caballo del Teniente Vicente Suárez, emocionados hasta las
lágrimas, gritan y gritan a todo pulmón, a todos los puntos cardinales, el triunfo de la batalla.
El Ejército Libertador, representado por el Teniente Suárez y toda su tropa,
había logrado, la primera victoria en pos de la independencia peruana.
Fuente: Libro " Acarí, la historia no contada " . César Espinal - Edición 2009
Fuente: Libro " Acarí, la historia no contada " . César Espinal - Edición 2009
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